Desde hace ya varios años en
Colombia se viene hablando sobre el cambio inminente en el paradigma educativo, tal
como lo incita el video “La Educación Prohibida”, pero la mayoría de estos diálogos altruistas
se quedan en memorias de congresos, encuentros, seminarios y en cuanto evento educativo
se programe, ya que desafortunadamente estos cambios en política educativa están
ligados a la política económica, que para países en vía de desarrollo como
Colombia representan un aumento en el PIB que a duras penas supera el 4,4% tras largas luchas entre gremios.
El modelo educativo por
competencias que siguen todas las instituciones educativas Colombianas, fija su
atención en el desarrollo de habilidades de pensamiento que al final del ciclo
les permitirá a los estudiantes: NO
enfrentar la vida, sino sólo a superar unas pruebas de estado, que como un “Colador”,
determinarán la suerte de seguir o no, con sus estudios superiores. Tapando así la incompetencia del estado en brindar educación superior para todos. Así que la culpa será del chico por no superar los exámenes. Aunque si tienes dinero poco importará, puedes entrar a varias universidades privadas que sólo bastará con demostrar que tienes cómo pagarlas. - Gracias a Dios, hay pocas universidades ya, que solo sujetan la admisión a la prueba de talento del programa al que aspire el joven.
Países como Colombia, tan
diversos, y tan ricos en recursos naturales, no educan para la productividad,
para el desarrollo social, tal como lo han hecho países como China, Japón,
Korea del Sur, que a pasar de sus limitaciones han salido avantes, sólo con mayor y mejor inversión en educación, porque no basta con disponer el dinero es importante también saber cómo invertirlo.
Las escuelas Colombianas están de
espaldas a la realidad, educan con historias y contenidos que carecen de
contexto y significado para las nuevas generaciones, trayendo por un lado: desmotivación
y deserción escolar, ya que en muchos contextos, sobre todo en los rurales, para muchos jóvenes es más productivo estar
trabajando y colaborando a las familias que estar sentados seis u ocho horas escuchando
algo que pueden fácilmente aprender fuera del aula como por ejemplo en Youtube, de manera más resumida, mejor
ilustrado y lo mejor… sin castigos, si no lo hacen bien. Por el otro lado, el
del docente: desmotivación y frustración total, al sentir estar trabajando sin
cambios y sin aportes significativos en su labor.
La escuela insiste en transformar
la educación con procesos y mecanismos que lo último que hacen es favorecer la colaboración y la conexión,
palabras claves que marcan la diferencia desde que se popularizaron palabras
como "Internet" “Facebook” “Wikipedia” “blogs” “google” “Whatsaap”. Aún seguimos educando promoviendo la copia,
la competencia y el egoísmo, al
pretender enmarcarlos a todos por igual sin respetar las diferencias y las
potencialidades que cada estudiante tiene.
Basta con entrar a un aula y
encontrarlos uno detrás de otro, dándole la espalda a su compañero de aventuras
escolares. Maestros: Nuestros estudiantes llegan a la escuela con
la ilusión de que le ayudemos a hacer sus sueños realidad, palabra por la que casi
nunca tocamos, por la que poco preguntamos, pero que en realidad es la que más
importa, si queremos brindar experiencias educativas con sentido, es por esas necesidades y sueños por donde todo debe comenzar y terminar.
¿Las escuelas deberían formar para la productividad?
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