Su metamorfosis
dejo huellas y escudos:
el amarillo de
la alegría y el rojo del amor.
Su fuerza, y sus
sueños la sostenían,
el néctar y
la música la alimentaban,
amiga de los
vientos, de la risa, amante del trabajo…
hija de la luna y el sol.
Un
largo día de invierno, un viento traicionero
quebró sus
alas, despedazando sus colores,
venciendo su
fuerza, apagando la luz de sus sueños. desnudando la
fragilidad y la crueldad.
Al pasar la
tormenta, como pudo recogió sus alas
o lo que quedaba
de ellas; se refugio en el silencio.
Él le enseño los secretos
del otro lado, se convirtió en su maestro,
y observó a través de el, las maravillas que
pocos pueden apreciar,
su potencial, la
autentica felicidad y el más que da el menos.
La nueva
metamorfosis dejo huellas.
Ya no se ve como
antes!, aunque todos
saben cuándo esta cerca,
su energía no se
extingue, no se agota, aunque sus alas se revistan del color del silencio.
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